todo por dianavision

Aquí es donde comparto mis comentarios de cine, cortos y algunos poemas. Bienvenidos

domingo, 27 de mayo de 2007

Hasta el viento tiene miedo


Intenten olvidar por completo las actuaciones forzadas. El guión es mas bien sencillo, muy claro y sin pretensiones, lo interesante de esta película son las imágenes, los el cuidado casi expresionista de lo encuadres y el juego con las sombras, los sonidos del viento y las ramas, y no tiene efectos especiales que generen ese ambiente de misterio o de horror. Claro que aparecen clásicas situaciones alegóricas al terror (por no decir cliché) como la parte del table, es decir el terror aparece cuando mas vulnerablemente divertidos o apasionados están los personajes, ocupados en algo sexual o travieso que se mezcla con un momento de susto, sin embargo la película, en ocasiones te conduce a suponer lo que esta pasando, no me refiero a que sea predecible, sino la narrativa es estructuralmente clara si llegar a se obvia. El acierto de las películas de misterio y horror radica en la otra parte de la historia, la que ocurre en tu mente, esta cinta lo logra. De alguna manera refleja muy bien la idiosincrasia de su época, el autoritarismo como generador de tensión psicológica, así como el resultado de dicha opresión, como ya dije, muy sencillo. Quizás de alguna forma las secuencias evolucionen de una manera muy calcula y esto es exaltado por el estilo de actuación de esa época (tipo tvnovela), eso le resta toneladas de emotividad, pero contempla un mundo sonoro, visual, y de movimiento psicológico de gran estética, plásticamente es una cinta muy bien cuidada, quizás tanto como una peli de Hitchcok. La dirigió Carlos Enrique Tabeada quien también escribió el guión y se divertía espantando a los actores durante la filmación. Agustín Jiménez hizo un excelente papel de cinefotógrafo y la música de Raúl Lavista esta muy buena. El remake es muy malo mejor vean esta.

Una producción de: Tauro Films
Género: Horror gótico
Duración: 90 min.
Sonido: Monoaural
Dirección: Carlos Enrique Taboada
Guión: Carlos Enrique Taboada
Fotografía: Agustín Jiménez; operador de cámara: Manuel Santaella
Escenografía: Javier Torres Torija; decorador: José Tirado
Maquillaje: María del Castillo
Edición: José W. Bustos
Sonido: Eduardo Arjona, Galdino Samperio y James L. Fields
Música: Raúl Lavista, con el preludio en La menor número 7 y el preludio en Mi menor número 4 de Chopin y la pieza "Blues jazz" de Armando Manzanero

jueves, 17 de mayo de 2007

Re menor



En un barrio de Viena, en un viejo castillo vivía un compositor dedicado a la música fúnebre. Su nombre era Tikov Shlawatoski Tohursonskiev.

El joven músico era alto, magro, de piel verdosa y femeninas manos que por la noche trabajaban limpiando pescado ya que en los últimos años se había vuelto muy pobre y su padre estaba loco.

Comenzó a componer desde niño, cuando el suicidio de su madre lo indujo a vivir en las notas del piano, su fama creció conforme los ancianos nobles morían.

La muerte y el deseo eran sus principales obsesiones, compuso sonatas para sus amigos que aún no morían y una para si mismo pero nunca había escrito nada para el viejo.

Su padre el Marques, fue abusivo, mitómano y perverso, tenía 103 años, lo único que poseía era este cansado y podrido castillo en el que el piano se escuchaba con ecos de ultratumba.

Mientras Tikov (también llamado Tiki) tocaba, el llanto del anciano quebraba las notas y rebotaba en las ventanas oscuras de polvo: señal de que debía de ser a tendido. El pianista suspendía sus ejecuciones para ayudarlo a ir al baño, alimentarlo o conversar con el, cada ves era mas parecido a un niño. Pasaban los días sin que Tiki viera la luz del sol.

Un día nublado como cualquiera, el Marques no despertó. Tiki se encargó de preparar las exequias.

Una vez concluido el trabajo, se sentó frente al piano a componer la melodía más triste del universo, en una noche de indescriptible sufrimiento, terminó su máxima obra “Tocata fúnebre en Re menor”. Amaneció.

El día de los funerales de Marques de Shlawatoski, los amigos se acercaban a dar el pésame y a depositar flores en el féretro. El sacerdote oficiaba con frialdad mientras todos lo miraban con ojos grandes y llorosos.

Tiki comenzó a tocar el piano produciendo un sonido tan trágico que despertó en la mayoría un profundo y desgarrador sentimiento indescifrable, la sonrisa acartonada que escondían pronto brotaba de las bocas inconteniblemente, y de pronto soltaron a reir a carcajadas sin entender el por qué. Mientras tanto el pianista tocaba entregado hasta lo mas hondo, sumergido en la música en las imágenes que pasaban por si mente, en el recuerdo del excelso Marques de Shlawatoski en sus últimos días, es decir, saltando sobre la cama en calzoncillos, o chupándose un dedo del pie, llorando y contentándose tan pronto se le distrajera con algún sonido u objeto curioso, Tiki lloraba al pensar en un tirano que sonreía y dormían tranquilo como un bebe en pañales para adulto. Tiki y el piano resonaba en el eco escabroso del castillo. Los demás no paraban de carcajearse, varios caían al suelo ahogándose de la risa, pero Tiki solamente escuchaba sus dedos sobre el teclado emitiendo lagrimas de risa, mientras él era como un nudo que se desenreda y se va volando sobre las nubes.

Comenzaba la desesperación entre la gente al ver que no podían detener su risa, algunos se habían orinado como el sacerdote que yacía en el piso convulsionando pero el pianista no se detuvo, su alma se fugó quién sabe a qué playas de qué mundos. Nada era lo mismo.

Cuando al fin terminó de tocar la pieza volvió el rostro y notó como todos los visitantes estaban muertos.

Conmocionado y radiante, salió a toda prisa del salón hacia un encuentro con el mundo y nunca nadie volvió a saber de él por esos rumbos.

Diana Juarrod