Director : Jean Jeaques Beinex
Creí que ya se me iba la idea…
pero algo hizo estrías en mi mente, una ráfaga, una sensación de pájaros fugaces en el estomago después de ver Betty Blue.
Puedo decir que debe ser el mismo sabor a éxito y derrota que deja el romanticismo occidental (el dolor que aspira a la redención) la tragedia, el destino fatal, que como fuerzas oscuras subterráneas, subcutáneas, va cultivándose de pequeñísimos errores hasta llenarlo todo de una putrefacción inocente: la demencia.
El mundo parece enviar masajes de locura al protagonista Zorg, mensajes que no percibe, o que no acepta, pero que nosotros entendemos y contemplamos con toda su belleza y su obscenidad. Esta película con duración de tres horas aproximadamente, sigue una estructura aristotélica, comenzando como un sol radiante pasivo, un paraíso diseñado para comer, coger, dormir, trabajar para un bien común, y en esta isla existencial aletargada mientras pasa la vida esperando sólo morir, vive Zorg: la promesa de una promesa de una promesa de escritor, son sus vacaciones en la luna, nunca mas vuelve a este lugar.
Betty (Beatriz Dalle) conduce a Zorg (J.H. Anglade) a un mundo de movimiento, Zorg conduce a Betty a un mundo de paz, pero dentro de Betty (pese al bien estar) existe un dolor ácido, un robo hormiga que se la lleva sin que nadie sepa como ni donde, “a Betty le inquietan las cosas que no se mueven” y desde mi punto de vista ese Edipo que pudo nacer de ella a manera de desdoblamiento (la oportunidad de libertarse de una carga para heredarla al siguiente) es un aborto o lo que es peor ni siquiera algo concebido, por lo tanto se disuelve en su propia carne y es ella con las penas del Edipo con el enamoramiento de madre y la culpa hacia el protector (o padre) amante a la vez, y todo esto sin ni siquiera haber ocurrido nada, o sea que esta locura vá por todo lo que pudo haber sido, por lo bueno o malo, pero al fin nada, nada pasa, insoportable inmovilidad, insufrible, más vale enloquecer.
Algunas personas tienen heridas tan hondas de las que no se pueden reponer a pesar de que tengan todo a favor, en el interior ocurren ciertas cosas secretas y nuestros propios demonios a veces nos traicionan. Algunas heridas o golpes son tan duros que cambian de orbita al individuo
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