todo por dianavision

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lunes, 4 de mayo de 2009

Déjame entrar






Låt den rätte komma in, es decir más o menos Déjame entrar (2008) es un película sueca, premiada en festivales como el de San Sebastián y Tribeca Films, basada en la novela de John Ajvide Lindqvist y dirigida por Tomas Alfredson, es una cinta que realmente ha refrescado al cine de vampiros a través de una extraordinaria historia amor y terror entre chico de doce años y una vampiresa de la misma edad.

La historia se desarrolla en los nevados paisajes de Estocolmo, donde vive Oskar, que se encuentra en ese tránsito de la niñez a la adolescencia; lleva una vida solitaria marcada por el hostigamiento de sus compañeros de clase, sumergido en un mundo de fantasías asesinas que lo aficionan a coleccionar la nota roja de los periódicos; a la par, una ola de asesinatos ha surgido en su ciudad, hecho que concuerda con la llegada de Eli, su nueva vecina, una chica que parece no sentir el efecto de frío, que solamente sale por las noches, y cuyo semblante es siempre vulnerable; ella es acompañada por un hombre una tanto siniestro.

Esta cinta aborda el tema de los vampiros a partir de un enfoque más poético, filosófico, emotivo y franco del que que estamos a costumbrados a ver en el cine de vampiros, dado a la juventud de los dos personajes principales, pero sobre todo a la forma en la que la historia misma conduce al espectador a descubrir solidas metáforas visuales que encarnan al verdadero sentimiento vampírico, una mezcla de vulnerabilidad, de soledad y de fuerza asesina, una desesperada búsqueda de la esperanza a partir de la desesperanza. El vampiro lleva una vida tormentosa, pero a la vez revela una incapacidad para dejarse morir, un vampiro es un personaje seductor que no sólo se alimenta de sangre si no de emociones y este es un efecto de la película que nos embriaga.

La cinta posee unos valores estéticos extraordinarios en el tratamiento del suspenso y de la violencia, en dicho tratamiento una imagen explicita no es más impactante que una fina secuencia que estimula nuestra imaginación, el verdadero terror está en la mente. La fotografía dirigida por Hoyte Van Hoytema es excelente y el diseño de audio nos envuelve en una serie de sensaciones tanto subjetivas como atmosféricas, el espectador percibe el frío, la respiración, el hambre, etc. La culminación de la historia es circular, feliz y patética al mismo tiempo, inocente y maligna, ámbitos pasionales en los que el retorcido amor occidental siempre se mueve.