todo por dianavision

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sábado, 17 de noviembre de 2007

Las bondades del hundimiento III

Sentada frente en la puerta de mi casa, veo mis cosas envueltas en una baba oscura y mal oliente, veo a mis vecinos avanzar rápido en la limpieza de sus casas y me recreo en el entusiasmo de los pepenadores que desparraman mi basura por toda la calle, mi libros, mi ropa interior, mis muebles de metal acarreados por los recolectores de fierro, hay una montaña de mierda infranqueable que no se moverá hasta dentro de dos días, sola, con dolor en los dedos, y el olfato atrofiado.. pienso en lo bueno de esto.

Este hundimiento volvió mas claro el mundo, y aunque no tengo empleo, ni donde acostarme a holgazanear, ni dinero para tomarme un café en un sitio sin malos olores ni exceso de gente, creo que la lucidez ha formado con su crueldad una costra emocional dentro de mí.

Gracias a la inundación tengo claro al fin, que los eventos más dolorosos de mi vida han sido por perseguir personas de las que no puedo esperar nada, no se como se llama eso, soledad, algo así, soledad no asumida, temor estupido o fe en lo equivocado, por eso estoy aquí en la puerta de mi casa, y aunque soy una maraña de malos sentimientos, me alegro de saber en quien no debí confiar, quien vale la pena que siga dentro de mi vida y quien no.

Las malas rachas sirven para distinguir a los farsantes, a los megalómanos, a los "arribistas", es genial darse cuenta de esto, por duro que sea, lo único que lamento es que fueran elementos tan cercanos a mi afecto, y pensar que debía llenarse medio Villahermosa de agua para que pudiera darme cuenta, debo ser un caso difícil.

Es raro sentirse así, con los ojos bien secos por si acaso, todo esta listo para aceptar que por fin estoy absolutamente deprimida, al menos ya no estoy molesta, ni con dudas, así que se me pasará pronto, y cuando pase será un mundo sin Juan Juárez León (padre ocupadísimo como para apoyarnos, desaparecido desde hace cuatro días, de ves en cuando nos hace el favor de ofrecernos una limosnita de si mismo) y sin Ellioth (supuesto amigo, vampiro mecánico, estupidez insólita de mi parte por haberlo apreciado alguna vez, del no hablaré más), (ambos son médicos, empiezo a sospechar que no son confiables). Saben nadie que se respete anda limosneando afecto y atención, se acabo eso, solo aceptaré dinero y vales de despensa en lo que termina la contingencia jajaja.

Este hundimiento es importante, no solo se fue al agua mi casa sino que mi familia también naufragó, el agua saco todo lo escondido, dejo ver lo disfuncionales que somos, por no cual no se quién agradecer, gracias señora agua de caño, sin ti, no sabría que no cuento con nadie y que las cosas las tengo que hacer yo misma, sin ti no me hubiera atrevido a rescatar a mi perro enfermo del techo y hubiera muerto, sin ti quizás toda la putrefacción de este lugar seguiría escondida en sitios donde nadie la ve, y nadie sabría que todos formamos parte de la misma escoria, quizás no hubiese comprobado que las ratas huyen primero y que esta casa grande, vacía y desordenada, en silencio mohosa, impregnada de gérmenes en sus enormes paredes camaleónicas, son mi hogar, soy yo misma, son desagradables pero son reales, no hacen promesas, ni buscan la forma de lastimarme, por aquí sigue la sombra y los ojos de mi perro guardián, está claro el panorama me quedo con la gente sencilla.


Encontré esta foto, me agradó el gran espacio vacio de la derecha.

3 comentarios:

CRISTINA dijo...

¡¡Qué duro, Diana, todo lo que cuentas!!
Qué duro lo que ha debido de sufrir la ciudad y qué duro lo que tú has sufrido. Lo que te ha hecho sufrir el agua y algunas personas.
Se te nota el dolor, pero también la serenidad y la determinación.

Las calles se secarán, tu sentimiento quizás no tanto. Ojalá siempre tengas la sombra y los ojos de un perro guardián.

Craso dijo...

Mucho ánimo!!!!

Unknown dijo...

te haces màs fuerte... tus escamas se endurecen y toman otro color pero el corazòn se ablanda con esas experiencias. Pequeña Salamandra Nocturna